La Fundación Mapfre presenta una exposición, comisariada por Catherine Chevillot, Catherine Grenier y Hugo Daniel, de casi 200 obras de los artistas Auguste Rodin y Alberto Giacometti. La muestra ofrece una retrospectiva de las trayectorias de ambos artistas, el primero ubicado en el mundo anterior a la Gran Guerra, mientras que Giacometti enseña una realidad entreguerras y el inmediato posterior a la Segunda Guerra Mundial. Un acercamiento a cómo los creadores hallaron, en sus respectivas épocas, modos de aproximarse a una visión nueva, personal pero engarzada en su tiempo.
A pesar de la diferencia generacional, las trayectorias creativas de Rodin y Giacometti ofrecen paralelismos y disparidades que se revelan por primera vez en esta exhibición conjunta en la sala Recoletos de la fundación. El uso de la materia y la acentuación del modelado, la preocupación por el pedestal y el gusto por el fragmento o la deformación, son algunos de los aspectos que unen sus trayectorias, pero el diálogo que se establece entre ellos va mucho más allá.
Auguste Rodin nació en París,Francia, en 1840 y es considerado el padre de la escultura moderna.u concepción del arte le abrió el camino para inaugurar una nueva etapa en el campo de la escultura, rompiendo con el canon de “imitación selectiva y palpable de la naturaleza” que caracterizaba a Francia durante el siglo XIX. A la muerte del artista en 1917, el concepto de escultura se veía como “algo que imita la vida a través de la amplificación y exageración del todo”. Giacometti es originario de Borgonovo, Suiza (1901). El escultor y pintor jamás conoció a Rodin, pero sí fue un gran admirador de su trabajo desde muy pequeño. El suizo pasó por muchas etapas en su carrera, viajó a través del neocubismo y el surrealismo que lo alejaban de lo figurativo; Giacometti se reencontró con Rodin al centrarse en el cuerpo humano.
El parisino tenía una gran capacidad para reflejar (primero a través de la expresividad del rostro y el gesto, con el paso de los años centrándose en lo esencial) conceptos universales de angustia, dolor, inquietud, miedo o ira. Este rasgo también se puede apreciar en la obra posterior a la SGM de Giacometti; figuras alargadas y frágiles, inmóviles, a las que Jean Genet (dramaturgo y poeta francés, 1910-1986) denominaba “los guardianes de los muertos” y se despojan de toda la complejidad de la existencia humana. Cuando Giacometti llegó a París en 1922, Rodin llevaba cinco años muerto. Sin embargo, en sus trayectorias artísticas se puede ver el diálogo que generan ambas obras, con muchos puntos en común y, como es de esperarse, algunas diferencias. En esta presentación se podrá apreciar el camino de ambos, su manera de percibir el arte y esos puntos que los unen a pesar de la diferencia de tiempos.