El cine y la arquitectura se mueven bajo una frecuencia similar, ambos construyen proyecciones de lo que somos y lo que queremos, convierten pensamientos abstractos en realidad. Ambos son presumidos, irreverentes, transgresores, empujan paradigmas y vuelan la imaginación de sus espectadores, en realidad estiran las posibilidades de la imaginación y lo plasman a gran escala.