En la historia de la humanidad la piedra fue uno de los primeros materiales en ser usada para transformarla en objetos. La región geográfica de Mesoamérica, zona que actualmente ocupa México, no fue la excepción, ahí florecieron muchas culturas y con ellas una gran producción de elementos utilitarios, decorativos y espirituales fabricados con este material.
El porqué del uso de este material desde épocas primitivas responde, en términos generales, a que es un material de fácil obtención en la naturaleza y que se puede transformar mediante golpeo y tallado primitivo. Durante la edad lítica, se usaron otros materiales; hueso, madera, bálago y barro, por ejemplo. Sin embargo, la piedra es un elemento con una resistencia excepcional, lo que sin duda contribuyó a una mayor cantidad de vestigios.
En nuestra zona, fue usada ampliamente, basta con explorar hoy en día cualquiera de los museos de antropología o alguna zona arqueológica para encontrar gran diversidad de estos objetos.
Las variedades de piedra usadas durante este periodo respondieron principalmente a la disponibilidad geográfica para las diferentes culturas. Para edificaciones y objetos cotidianos se usó comúnmente el basalto, la caliza y el tezontle. El jade, la obsidiana y el ónix fueron utilizados en objetos ornamentales y algunas herramientas.
Para las edificaciones ceremoniales, tan frecuentes en ese periodo, la caliza fue la gran protagonista. Una piedra suave y de fácil extracción, considerando que en aquella época las herramientas eran rudimentarias. Una vez colocada en su sitio dentro de la edificación, se combinaba con argamasa (mezcla fabricada a base de caliza triturada), un equivalente al cemento actual. La construcción de basamentos, pilares, dinteles y, en algunos casos, construcciones megalíticas completas eran algunos de los usos de la misma.
A destacar también el uso de la obsidiana, un elemento clasificado como vidrio volcánico o mineraloide. Fue el material natural más eficiente para la elaboración de instrumentos de corte y puntas de lanza e, incluso, en la fabricación de objetos decorativos y espirituales. De color negro, con pequeñas variaciones de tono, tiene la peculiaridad de que al ser cortada paralelamente su color es negro, pero perpendicularmente es gris.
Cuando se habla de jade se abarca una serie de subcategorías de piedras semipreciosas. En las culturas mesoamericanas, se usó principalmente la jadeíta de tonos azules a verdes. Valorado por su rareza, brillo y tersura, quizá ninguno estuvo tan arraigado en las culturas de Mesoamérica como éste, siendo la abundancia, la vida y el cosmos sus valores más significativos.
El ónix, considerado una piedra semipreciosa, de igual forma se utilizó para fabricar vasijas, puntas de lanza, máscaras y detalles ornamentales. Principalmente es de color negro y blanco, pero su tonalidad puede variar desde naranja, rojo, amarillo, pardo, rojizo, blanco y café, entre otros.
Actualmente se siguen obteniendo los tipos de piedras mencionados mediante técnicas de extracción modernas. La caliza es uno de los componentes del cemento gris, también se emplea como piedra ornamental en la construcción. El jade y la obsidiana tienen como principales usos detalles en el sector de la joyería y en la fabricación de objetos de ornato. En cuanto al ónix, México es actualmente uno de los principales productores mundiales. Estos materiales, además de su belleza natural, tienen esa carga histórica de haber sido usadas por las culturas ancestrales.