El encuentro de diferentes etnias da como resultado el surgimiento de nuevos fenotipos y sincretismo cultural, dentro de estas manifestaciones, los objetos son testigos de este fenómeno. El equipal retrata el proceso histórico de mestizaje en América.
Comenzando por su nombre, la palabra equipal surge de la adecuación fonética que los españoles llegados al México prehispánico dieron a la palabra náhuatl icpalli. Su significado podría traducirse al contexto actual simplemente como asiento, no obstante, adentrándose en el contexto de las culturas precolombinas, encontramos que los icpalli estaban destinados para el uso de gobernantes, nobles y acaudalados. Evidentemente, el resto de las personas también se sentaban, pero empleaban objetos rústicos, taburetes, troncos o piedras. Es decir, éste era un artefacto destinado al uso de un estrato de la sociedad, además de un instrumento utilitario y un símbolo que denotaba poder y jerarquía.
Por las referencias que encontramos en los antiguos códices y algunos de los textos como los escritos por Fray Bernardino de Sahagún, se ha podido inferir que estos asientos estaban fabricados de juncos y cañas, se empleaban fibras trenzadas similares a lo que ahora conocemos como petate. La posición de sentado no se limitaba a la altura poplítea, era común sentarse en el piso o en posición de cuclillas, existieron por lo tanto, muebles para estas diferentes posiciones. Hay evidencia también, de tronos construidos exclusivamente para las deidades o los tlatoque (plural de tlatoani), que normalmente incluían materiales pétreos en su fabricación.
Podemos determinar con lo anterior que el término icpalli, es más amplio que lo que actualmente entendemos por equipal. Este mueble tiene una tipología definida. En términos generales se define como un sillón individual, con una estructura fabricada con madera de palo dulce, la parte inferior está estructurada y a su vez cubierta por estacas fabricadas con madera de posa panal, que se caracteriza por tener betas y colores muy marcados. Tradicionalmente los componentes se unían amarrándose y tejiéndose con ixtle, que es la fibra extraída del maguey. Su respaldo es un cuerpo curvo que se une con los brazos, es posible debido a estas características clasificar este mueble como una poltrona. El soporte interno del asiento y respaldo se construía con fibras trenzadas que se amarraban a la estructura. Finalmente, la silla se suele cubrir con piel de cerdo.
Evidentemente, el proceso de fabricación del equipal ha sido de forma artesanal y con herramientas primitivas, por resultado tenemos piezas con variaciones significativas que dependerán de la hechura y las variaciones en las dimensiones de la madera de recolección, así como las particularidades de la piel.
El mestizaje
Habiendo revisado parte de la historia, está claro que su origen data de épocas precolombinas, sin embargo, existe un elemento que sugiere que la construcción del equipal como lo conocemos ahora es de una época posterior: la piel de cerdo. Recordemos que la ganadería pecuaria se introdujo en América con la llegada de los españoles, anterior a esto en el nuevo continente se emplearon pieles de especies endémicas y es posible que se hayan llegado a emplear en la fabricación de muebles.
En resumen, el equipal es un sillón fabricado con materiales originarios de Mesoamérica combinados con la piel porcina que se introdujo con la llegada de la nueva cultura. Difícilmente se puede determinar con certeza la existencia de objetos similares usados por las culturas prehispánicas, debido a que este tipo de materiales no suelen dejar vestigios, pero sí es posible acotar que es una pieza de mobiliario que tomó componentes de las distintas épocas de la historia del México antiguo.
La actualidad
Este sillón se sigue fabricando de manera artesanal, la localidad de Zacoalco de Torres en Guadalajara, México, es conocida porque gran parte de sus habitantes se dedican a la fabricación del equipal.
Naturalmente se han hecho variaciones sobre el modelo original, agregando por ejemplo, acolchonamiento debajo de la piel, uso de clavos, adhesivos, recubrimientos y barnices. Se han desarrollado además piezas de mobiliario complementarias con el mismo lenguaje como mesas, taburetes y sillones dobles. Muchas de estos productos se exportan a otros países y son valoradas por su calidad de artesanía.
La herencia
Son muchas las referencias que se han hecho a este objeto y no precisamente enalteciéndolo, sino simplemente mostrándolo como un elemento de la cotidianeidad del contexto, principalmente campirano en México. En uno de los fragmentos del libro Pedro Páramo de Juan Rulfo se puede leer: “Allá atrás, Pedro Páramo, sentado en su equipal, miró el cortejo que se iba hacia el pueblo”. Con esta frase podemos imaginar una pieza que tradicionalmente es parte de las casas rústicas y que, quizá, sigue siendo un símbolo de poder para el que lo usa.
En 1964 el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez presentó una reinterpretación, dentro de la ola de modernidad mexicana, donde se tomaron muchos de los símbolos tradicionales para convertirlos en objetos “actuales”. La pieza del arquitecto está fabricada con tubo y barra de acero cromados con cojines acolchonados forrados con piel negra. Es una lectura muy literal, que de alguna forma simplifica la geometría del concepto original.
Actualmente y con la democratización de la silla, por decirlo de alguna forma, es muy probable, al menos siendo mexicano, haberse sentado en este sillón y sentir lo que hace especial a esta pieza, la sensación de sentarse en un poco de historia.