Gran parte de la percepción de territorios, océanos y continentes, tiene su origen en los mapas. Imágenes que con el paso del tiempo se convierten en representaciones aceptadas de la realidad, y con poca frecuencia son cuestionadas. En la actualidad, las herramientas para ser partícipes del mapeo de un lugar son cada vez más accesibles y con ellas, la difusión de nuevas perspectivas del espacio.
Los mapas son mucho más que una representación geográfica, fueron durante milenios la herramienta con la cual se moldeó la realidad espacial. La cartografía traduce en esencia la ideología y progreso de su época, y su cronología deja en evidencia a la evolución de la civilización. Es una herramienta eficaz para expresar gráficamente conceptos de espacio y límites, entre otras variables. Era de esperarse que con la llegada de nueva tecnología, nuestra percepción espacial se ampliará y encontrará formas de desafiar ideas previas. Con prácticas como el contra mapeo y el uso de sistemas SIG (sistemas de información geográfica), la cartografía ha planteado utilidades fuera de la disciplina de la geografía.
El contra mapeo es una rama de la cartografía que desafía ideas espaciales preestablecidas a través de mapas alternativos. Un ejemplo, la proyección Mercator, el mapa con mayor difusión desde el siglo XVI, su utilidad era facilitar la navegación, pues respetaba la orientación de puntos cardinales. La oposición a esta imagen se debe a la distorsión dimensional de zonas como Norteamérica, Europa y Rusia. Desde la perspectiva de la geografía crítica se considera que su difusión promueve indirectamente ideas eurocentristas. En la siguiente representación de Neil Kaye se aprecia comparativamente el tamaño real, con la distorsión de la proyección Mercator.
Debates vinculados con cartografías unilaterales son la repartición gráfica de territorios en pugna. Jammu y Cachemira es una zona disputada entre India y Pakistán, por no existir resolución, mapas de ambos países lo adjudican a su propiedad. Tomando en cuenta estos conflictos, autores y cartógrafos han promovido estudios sobre el contra mapeo y la cartografía social, permitiendo a personas residentes de territorios conflictivos poder expresar su percepción espacial y sentido de pertenencia.
Aunado a diferentes líneas de pensamiento, el desarrollo de nuevas tecnologías fue un factor que transformó la cartografía. La imagen esférica del planeta no fue más que una noción, hasta el descubrimiento de la fotografía satelital. Junto con este progreso el acceso comercial de software para manejo de SIG, abrieron el panorama a cualquier persona con acceso a una computadora. Hoy en día, los mapas no están restringidos al territorio geopolítico, las posibilidades de visualización de información espacial se han expandido a datos demográficos, infraestructura, comunicación, entre muchos otros, y con esto la capacidad de obtener distintas perspectivas.
Un gran limitante de los mapas tradicionales, es su carencia de información contextualizada sobre vínculos. Parag Khanna, analista de relaciones internacionales, explica que las conexiones territoriales son más evidentes cuando se observan a través del mapa satelital nocturno. Khanna plantea que el estudio de la planeación, aumentaría su potencialidad si se utilizara geografía funcional y no política. Estudiando los patrones de conectividad entre grandes metrópolis sería posible prever necesidades de infraestructura urbana, superando obstáculos como límites políticos. Un buen ejemplo de infraestructura basada en conectividad funcional es el puente que comunica Tijuana con San Diego.
La accesibilidad a la información, y facilitación para hacer uso de herramientas cartográficas, han democratizado esta disciplina. La creación mapas de participación colectiva simplifican la comunicación, no solo entre comunidades sino con organizaciones gubernamentales. Un ejemplo fue la plataforma de la Ciudad de México durante los días siguientes al temblor del 19 de septiembre de 2017, permitiendo a todo habitante reportar estructuras dañadas y zonas de atención prioritaria. A diferencia del mapa de zonas sísmicas, este mapa funcionó para comunicar habitantes, organizar brigadas y brindar orientación espacial en un momento de crisis.
Romper con paradigmas generados por falta de información, como estereotipos culturales, es uno de los beneficios de los fotomapas. Voyager, desarrollado por Google Earth, ha permitido a usuarios globalmente subir imágenes y recorridos virtuales. Gopal Shah, director de producción, menciona que, a través de esta modalidad de mapas, cada persona puede compartir sobre el arraigo a su lugar de origen, generando empatía.
Todos han buscado su hogar a través de este programa. Con este proyecto imagina ser un niño y poder entrar a una vivienda peruana, o una yurta en Mongolia.