El diseño arquitectónico va más allá de la disposición de los espacios, crear una obra requiere de la configuración detallada de cada una de sus partes, incluso aquellas que podrían no ser tan evidentes, como lo es la luz. Todos los elementos que envuelven a un espacio tienen la capacidad de influir en el estado de ánimo y en el bienestar de quienes lo habitan, pero la iluminación es una de las más importantes en este aspecto. Es por ello que la luz debe cubrir tanto las necesidades visuales como las no visuales de los usuarios.
El poderoso efecto de la luz en la arquitectura se ha convertido en un importante tema de estudio entre los arquitectos contemporáneos, mismo que ha influido en la renovación de sitios emblemáticos, como antiguas bibliotecas, para poder iluminar los pasillos y tener un impacto en las vidas de las personas que los visitan. El concepto de iluminación centrada en el humano busca obtener diseños que provean un balance visual, emocional y biológico. Aumentar el bienestar físico, fisiológico y psicológico de quienes interactúan con los espacios es hoy en día uno de los pilares crecientes en la arquitectura, por lo que el acercamiento holístico a la misma ha cobrado cada vez más importancia.
Sin embargo, jugar con la luz y los espacios se vuelve cada vez más complejo. Los estudios más recientes sobre este tema apuestan por la iluminación como un elemento que puede mejorar la salud y el bienestar. La práctica de iluminación centrada en el humano busca crear un balance entre la buena visión y las emociones de los usuarios para estimular tanto el lado físico como el psicológico. Se ha comprobado que el contacto con la luz tiene un importante impacto en las personas desde varios ángulos fisiológicos. Por ejemplo, la luz natural permite que el cuerpo regule mejor la hormona de la melatonina, que está ligada al reloj interno que controla los ciclos de sueño y la digestión; también estimula la producción de serotonina, el neurotransmisor que aumenta la felicidad y combate la depresión.
La inclusión de luz natural es uno de los puntos clave en este tipo de iluminación, ya que los estudios demuestran que ésta es benéfica para la productividad y el confort de las personas, ya que fomenta el ciclo natural del ritmo circadiano. Esto se refiere a que naturalmente las personas responden a un reloj biológico de 24 horas que se marca a partir de los cambios de la luz del sol. Durante el día la temperatura de color de la luz es fría, lo que mantiene al cuerpo y a la mente activos y alerta, conforme avanza la tarde esta temperatura se vuelve cálida, lo que promueve el descanso para poder dormir por la noche. Al estar la mayor parte del día en un espacio cerrado, con luz artificial este ritmo natural se rompe y se pueden desatar alteraciones en la salud, principalmente problemas en los patrones del sueño.