Es un tesoro, un libro contado desde la literatura y no desde la técnica. Es una mirada de la urbe desde el corazón de un ser humano, de un ciudadano, no de un urbanista o arquitecto. Leo las ciudades de Calvino e inmediatamente las visualizo. Tengo la necesidad de ilustrar sus relatos, cada uno de ellos. Y me produce un inmenso placer hacerlo. Por eso es un proyecto personal, porque es mío, va a mi ritmo, a mi tiempo y como queremos mi Calvino imaginario y yo. —Karina Puente
Hay algunas ciudades más próximas a ser una realidad. Cualquier persona que haya leído los textos del escritor italiano habrá relacionado alguna ciudad imaginaria con una auténtica. Karina señala en especial las siguientes: Maurilia, una ciudad que refleja lo que ocurre hoy con las ciudades antiguas cuando crece al lado una ciudad contemporánea y no conversan entre ellas; Olivia, una urbe donde la ciudad rica vive gracias a la productividad de la ciudad trabajadora; Eufemia, una ciudad de intercambio, como muchas ciudades portuarias.
Plasmarlas pictóricamente no es tarea fácil. Todas tienen algún nivel de dificultad. “No ilustro literalmente lo que leo. Desmenuzo el relato, lo entiendo, lo conceptualizo y lo imagino. Ese proceso puede durar una semana o tres meses. Cuando ya comprendo qué debo dibujar, hago bocetos hasta definir la pieza. Luego dejo que el proceso me lleve. La producción de cada una en físico también puede durar una semana o cuatro meses. Sofronia, que es una ciudad del proyecto, es un díptico. Me tomó cerca de seis meses porque no lograba que quedase como me la había imaginado. Ipazia, que es un tríptico, también duró casi seis meses. Otras las he pensado y dibujado en dos semanas, pero son pocas. Las hago muy lentamente, sin apuro. Si no me siento lista para ilustrarla, espero. El tiempo es un factor importante en mi proceso. Hago cinco ciudades en promedio al año. Por eso cuando una editorial me ofreció publicar el libro ilustrado pero me dieron nueve meses para completarlo, no acepté. Sin tiempo no hay proyecto”.
Todas las ilustraciones son de Karina Puente.