Y todo visto desde el enfoque de un arquitecto; así son las visitas que año con año se realizan a distintos países del mundo para conocer los procesos y los materiales con los que el sector trabaja cada uno de sus proyectos.
El mix de arquitectos que viajó a Italia este año junto a Grupo Arca estuvo formado por Rafael Selman, Dante Luna, Javier Pérez, Carlos Aguilar, Juan Pablo Salazar, Ricardo Alarcón, Gabriel Tellez y Erick Toraño, enfocados en construcción de hoteles, residencial y también departamentos, de México y de República Dominicana.
Algo que se repite cada año en este tipo de experiencias es ver el punto de vista del arquitecto, su visión de cómo se plantean soluciones para resolver espacios que no están bien aprovechados o que hacen falta en las ciudades. Una de las partes fundamentales de varios de ellos es el desarrollo de proyectos dentro del sector hotelero, por lo que la vivencia en las distintas visitas a las ciudades italianas sirvió, como nos comentan Alarcón y Tellez, para entender, conocer al cliente, qué es lo que necesita, qué tipo de cosas busca (desde descanso, diversión y gastronomía), todo visto desde la perspectiva del desgaste y el paso del tiempo por los materiales. El ver cómo han evolucionado las construcciones desde hace 20 o 30 años les da una ventaja competitiva para poder diseñar y ofrecer otras soluciones, justamente, por conocer el contexto del lugar y poder centrarse, de esta manera, en la funcionalidad de la obra final, entendiendo casi al 100% el negocio.
Uno de los temas que sale a colación, hablando de la cultura latina, es la falta de un buen transporte público, la falta de ciclo vías, de pistas para correr (por poner algunos ejemplos), elementos todos que ayudan a tener una mejor calidad de vida y que en cierta forma crean comunidad (y sociedad). Éstos dejan entrever una inevitable comparativa de cómo ciudades con otra cultura y más civilizadas (como las que se abordan en este viaje) se diferencian de las latinoamericanas por espacios que nunca se desarrollaron y, por ende, no cumplen con las características para poder ser usados de esa forma.
En cuanto al conocimiento con respecto al desgaste de los materiales, saber qué tipo de protección deben tener las áreas y el producto, o su tipo de garantía y calidad (de la piedra, la pintura, la madera…) facilita el entendimiento in situ, pues finalmente las condiciones ambientales de la zona en desarrollo son las que guían su comportamiento y añade un valor agregado a la aplicación del material.
Durante la excursión se visitaron fábricas de bricks, de madera (Foglie D’oro), de porcelanatos y la cantera de Carrara. Sobre los bricks sorprendió el hecho de que son productos exclusivos, empresas familiares y que se diferencian de la competencia al poder desarrollar productos en específico, ya que se adecuan los diseños. En el caso de las maderas llamó mucho la atención que es un producto hecho a mano y cómo se puede hacer despieces de duelas y combinar con piedra, metal, etc. En definitiva, artículos con los que pueden dejar volar su imaginación y hacer casi lo que quieran.
Los formatos a gran escala en el caso de los porcelanatos fueron el elemento protagonista, tener placas de 3,20 metros por 1,60 metros es de gran ayuda a la hora del diseño.
Y la mina de Carrara, de sobra conocida, destaca sobre todo su magnitud, el tamaño de los bloques que allí se extraen y la forma de transportarlos. Aunque todo ello se quedó corto cuando se enteraron del dato más curioso: de toda la producción hasta el día de hoy (en la historia de la mina) únicamente se ha explotado un seis por ciento de su capacidad.
Y para finalizar el viaje, visita a la Fundación Prada. ¿Razón? Rem Koolhaas y el espacio industrial abandonado que entremezcla lo nuevo, lo antiguo, lo horizontal, lo vertical, lo abierto, lo cerrado, contrastes que definen a la nueva Fondazione, la preferida del arte por los espacios arquitectónicos dignos de alabar.
Fotos de Eduardo Bujanda.