El proceso creativo de Peñalta es como una cena de Navidad, desde que sales al mercado (incluso antes, imaginando que vas al mercado) con la ilusión de lo que vas a encontrar. Se trata de que surja un diálogo consigo mismo a través de la naturaleza cuando se encuentra con las rocas. “Lo que yo pretendo es bailar al son del ritmo que toca la naturaleza, con sus vetas, su improvisación. La naturaleza crea su obra y lo que yo hago es completarla”.
¿Cómo eliges los materiales que utilizas para cada trabajo?
Comienzo a ver las placas, a descartar y a despertar la oreja para ver dónde están los murmullos o, a veces, los gritos de los seres que están ahí atrapados desde hace millones de años. Me guío por las insinuaciones, visuales o auditivas, metafóricamente hablando. Esta primera parte del proceso es ver rápidamente. A partir de aquí comienza la parte extasiante.
¿Cuánto tiempo suele llevar hacer una pieza desde la concepción hasta su finalización?
No hay tiempo, depende la pieza. A veces pasa mucho tiempo y no les veo nada, y de pronto digo “¡aquí está!”. Las intento poner por donde circulo siempre, para verlas continuamente.
Paso a paso con la roca...
Pongo la placa en el bastidor y me siento, ahora sí, tranquilamente, a observar; algo que hoy en día hasta puede resultar transgresor. ¡Quién puede darse el lujo (porque es un lujo) de sentarse a observar! El tiempo que me puede tomar es muy variable. A veces son evidentes y otras no. Tratar de sacarlo no es nada fácil. Después de este proceso de observación, hay que comenzar a completar las vetas. Destruir lo que ya está construido.
¿Qué tanto es la realidad de la piedra y qué tanto es tu percepción?
La naturaleza manda, ese el mensaje. De lo que se trata es de ajustarse, de adaptarse y seguir los ritmos; en la vida todo es ritmo. Muchas veces anhelamos que todo fuera un lienzo en blanco, y que pudiéramos pintar en función de lo que queremos. Pero no, la vida es como una placa de mármol llena de vetas, tenemos que construir a partir de eso. Esta es tu placa, te tocó y aquí viene una veta. Ante esto tienes dos posibilidades: lamentarte o decir sobre esto voy a construir, siguiendo el ritmo.
¿Qué te apasiona de escuchar a las rocas?
Ir encontrando las pinceladas milenarias de la naturaleza, sobre las que yo debo continuar. Mi trabajo es intervenirlas y poblarlas con caras, ya sean humanas o animales. Qué es de la naturaleza y qué es mío, a veces ni siquiera yo sé. Al final es algo que se mimetiza. Es uno solo. El eterno retorno, construcción-destrucción.
¿Cuáles son los desafíos a los que te enfrentas?
No sé si llamarlo desafío, porque no es un problema, es más bien el gusto de encontrar lo que está aquí escondido. Sé que me está hablando y no sé quién está del otro lado. El desafío es: te voy a encontrar. Pasar por cincuentava vez al lado de una roca y decir ¡aquí está, cómo no lo había visto antes!