“Siempre he creído que una arquitectura humana y progresiva es aquella que crea belleza a partir de la funcionalidad. No sólo en aras de la belleza en sí, sino porque los edificios bellos y los espacios públicos ayudan a que las personas alcancen su potencial como ciudadanos y como individuos”, Richard Rogers durante su discurso de aceptación del premio Pritzker.
Humanista, ambientalista y, por supuesto, arquitecto, Richard Rogers es una de las figuras más relevantes de la arquitectura contemporánea. El creativo agregó un galardón más a su lista de reconocimientos, la medalla de oro del Instituto Americano de Arquitectos (AIA por sus siglas en inglés) del 2019.
Cada año el consejo de directores y el consejo estratégico del AIA rinden homenaje a un profesional cuyo trabajo ha tenido una influencia duradera en la arquitectura, tanto teórica como práctica. La medalla de oro representa el más alto honor que ofrece este instituto para los arquitectos. En esta ocasión se reconoció el trabajo de más de cinco décadas de Rogers por haber redefinido la responsabilidad que tiene un arquitecto con la sociedad y el ambiente. Sus colegas Moshe Safdie, Renzo Piano y Deyan Sudjic respaldaron la decisión de este comité.
“Él es un constructor por excelencia, comprometido con dominar el oficio y la tecnología de la construcción, empleándola hacia edificios eficientes y forjando un lenguaje arquitectónico expresivo”, escribió Moshe Safdie al avalar la nominación de Rogers. “Antes de que estuviera de moda ser ambientalista, él lo era y reconoció desde muy temprano en su carrera los retos de la energía y el clima, por lo que desarrolló soluciones innovadoras”.
¿Quién es Richard Rogers?
Aunque de ascendencia inglesa, el arquitecto nació en Florencia, Italia, rodeado de piezas arquitectónicas preciosas que narran la herencia arquitectónica europea. Sin embargo, su formación profesional la realizó en Londres, Inglaterra, en la Architectural Association School of Architecture y más adelante complementó sus estudios en la universidad de Yale, en Estados Unidos.
Rogers es fundador de la firma arquitectónica Rogers Stirk Harbour + Partners, la cual coloca en el centro de sus proyectos el contexto, el público, la legitimidad de sus creaciones y la misión social que representa. La visión arquitectónica que ha determinado su reconocimiento global se basa no sólo en el diseño sino en cómo cada creación va a servir a la comunidad en donde está edificada, por lo que en cada proyecto ha mezclado la planeación urbana con una filosofía humanista.
Esta manera de ver los edificios y los espacios ha marcado una gran influencia en la estética urbana de grandes capitales, como París, Londres y Nueva York, lo cual lo ha hecho acreedor de la mayoría de los galardones internacionales que existen en el gremio. En 1985 recibió la medalla de oro de RIBA Royal, en 2007 fue galardonado con el premio Pritzker de arquitectura y en 2016 y 2009 con el Stirling Prize, por mencionar algunos. Por si fuera poco, la Reina Isabel II lo nombró caballero en 1991 y forma parte de la House of Lords.
“Actualmente hay un nuevo imperativo arquitectónico: no es solo complementar el entorno urbano, sino también respetar el ambiente global”, Richard Rogers.
Su obra
Sus creaciones se distinguen por buscar la sostenibilidad a través de la tecnología. Además, cuentan con un alto detalle y flexibilidad en el diseño. Dentro de sus obras maestras se destacan aquellos proyectos de gran tamaño, que buscan llegar a un público mayor y servir a grandes poblaciones. El arquitecto de 85 años ha creado centros de salud, edificios de oficinas, centros culturales y hasta aeropuertos.
El Centro Pompidou es una de sus obras más aclamadas y una de las primeras que realizó en su carrera en conjunto con Renzo Piano. Este espacio se ha convertido en uno de los edificios insignia de su arquitectura desde mediados de los años sesentas por la estructura, el diseño y la tecnología con la que fue creado. “La primera oración de nuestra presentación aún describe con exactitud nuestro acercamiento al proyecto: un lugar para todas las personas, de todas las edades y de todas las creencias – un cruce entre el Museo Británico y Times Square”, expresó Rogers en 2007.
Treinta años después de haber obtenido el proyecto parisino Rogers diseñó una importante sección del aeropuerto de Barajas, en Madrid, la terminal 4. De acuerdo con su descripción de esta obra, ha expresado que este espacio continúa el espíritu de Pompidou: “la diversión y la aventura de viajar se expresan en el techo curveado, la estructura de acero y los colores del arcoíris”, expresó en un discurso.
Otro de sus proyectos más grandes y recientes fue el rascacielo 3 World Trade Center de Nueva York, el cual fue inaugurado a mediados de 2018. La quinta torre más alta de la ciudad consta de 80 pisos, una estructura de acero y una fachada cubierta de cristal que permite vistas panorámicas de 360 grados de la ciudad. “Estamos encantados de haber estado trabajando en el corazón de esta vibrante ciudad. Este fue un proyecto complejo y retador, pero uno que contribuyó a la revitalización de la ciudad de Nueva York, y uno que ayudará a inspirar nueva esperanza para el futuro de la ciudad”, expresó el arquitecto en la inauguración.
Aunque su trabajo se ha visto reflejado en distintas partes del mundo, la ciudad de Londres es la que ha tenido el mayor impacto. Desde un proyecto de remodelación urbana de la ciudad después de las Olimpiadas del 2012, hasta edificios insignia como el Leadenhall Building, el Millennium Dome y la terminal 5 del Aeropuerto Heathrow.