Ruta real: castillos alemanes

Ruta real: castillos alemanes


Algo que nunca pasará de moda son las rutas de castillos, vacaciones en lugares repletos de sucesos que quedan como legado de un periodo en el que las monarquías dominaban Europa y definían su fuerza y la estética de la época en cada edificio.

Por poder celestial, claramente reflejado en las monstruosas construcciones que se alzaban en lo más alto para llegar al cielo y aclarar su propia divinidad. Completamente atemporales, su misticismo sobrepasa sus diseños y se enreda en un nudo histórico en el que las guerras, bailes, riqueza, pobreza, desigualdad, ostentosidad, aspiración y rencor son algunos de los rasgos coyunturales que los representa.

Castillo Neuschwanstein, Sur de Baviera

Mejor conocido como el castillo de los cuentos de hadas, el cual sirvió de inspiración para el castillo de Walt Disney, su estilo es neogótico y neorrománico. La historia surge en 1868 cuando el rey Luis II decidió restaurar dos pequeños fuertes en ruinas con un proyecto al que llamó “El nuevo castillo de Hohenschwangau”, el nombre Neuschwanstein surge después del deceso del monarca. Actualmente es una de las fortalezas más visitadas de Europa, alrededor de 1.4 millones de personas lo visitan al año y en un día de verano pueden juntarse hasta 6,000 turistas, por lo que requiere de un cuidado especial y de revisiones constantes.

La remodelación del recinto comenzó con la excavación de ocho metros de roca, en 1869 concluyeron la carretera de acceso y se puso la primera piedra. Los materiales que se utilizaron fueron cemento, ladrillo y piedra caliza para el revestimiento. La puerta fortificada y el segundo piso fueron las primeras áreas en estar listas y ahí el rey vivió durante muchos años, nunca logró ver el proyecto completo y en 1886 abrió al público, siete semanas después de su muerte.

Castillo de Eltz, Wierschem

El castillo feudal cuenta con al menos 850 años y desde su construcción siempre ha estado en manos de la misma familia.

Su arquitectura es de tipo militar, popular en la Alemania de los siglos IX y X, edificios defensivos con grandes muros de piedra que sustituyeron las casas señoriales protegidas por terraplenes. Su diseño incluye paredes entramadas, tejados puntiagudos y ocho torreones de 35 metros de altura, creando un estereotipo que hoy en día sigue presente.

Los siglos XI a XIII fueron una gran época para los castillos alemanes, bajo el mando de la dinastía Staufen, servían para mucho más que vivienda. Un ejemplo es Eltz, que fue levantado en un sitio estratégico, junto a un camino que conectaba las tierras de Maifeld, el río Mosela y la región de Eifel, importantes rutas de comercio.

Castillo de Heidelberg, Heidelberg

Su historia comienza cuando los príncipes electores (miembros del colegio electoral que tenían la función de elegir a los emperadores de Alemania), decidieron hacer de Heidelberg su lugar de residencia. La primera mención del recinto data de 1225 y pasó a ser una de las principales sedes del Renacimiento.

Los edificios (dentro del castillo) son Gläserner, Saalbau, Ottheinrichsbau, Englischer Bau y Friedrichsbau, creaciones puras renacentistas. Su fachada también da de qué hablar gracias a que forma un marco ceremonioso para el patio interior.

Por culpa de la Guerra de Sucesión, la fortaleza fue destruida por los franceses a finales del siglo XVII, su intento de restauración fue en vano ya que en 1764 dos rayos impactaron consecutivamente contra el edificio provocando un incendio que lo dejó en la ruina.

Durante el siglo XIX fue declarado Monumento Nacional, ya que Heidelberg crea la misma fascinación en sus visitantes que en el momento en el que abrió sus puertas. En el siglo XVII llegó a considerarse como “la octava maravilla del mundo”.

Castillo de Linderhof, Oberammergau, Baviera

Otro proyecto de Luis II, pero éste el más pequeño de los tres castillos que mandó construir y el único que pudo ver listo antes de su muerte. Está inspirado en el estilo francés y presenta una fuerte tendencia rococó.

El castillo es delicado, romántico hasta la médula y con numerosos jardines para adornar el ojo de sus turistas. El jardín francés es el que recibe a sus visitantes con un show de fuentes y la imponente fachada.

El dormitorio del rey es una de las atracciones principales ya que en su momento se pensó como una habitación pública. La cama está rodeada de una balaustrada dorada que se asemeja a un altar. Otro imperdible es la Gruta de Venus (gruta artificial) creada para las óperas wagnerianas.

Castillo de Hohenzollern, Sur de Stuttgart

El castillo que se conoce actualmente no es el original, ya que ha sido víctima de varias restauraciones a lo largo de su existencia. La primera reconstrucción se llevó a cabo en 1423 por culpa de la conquista de Suabia; 40 años después volvió a levantarse cuando la familia Hohenzollern decidió convertirlo en su lugar de residencia, que también les funcionó como asilo durante varios conflictos como la Guerra de los 30 años; después, de nuevo pasó al olvido y con el tiempo cayó en la ruina. En 1846 el rey Federico Guillermo IV de Prusia mandó reformarlo y en 1867 se presentó la obra que hoy se conoce, de estilo es neo-gótico inglés.

Erigido durante la Edad Media (por el siglo XI), en lo alto del monte Hohenzollern a 855 metros de altura, Hohenzollern sirvió de hogar y refugio, además de brindar las mejores vistas a los monarcas prusianos y alemanes.