Oda a la perfecta imperfección

Oda a la perfecta imperfección


En un primer vistazo, las esculturas de Massimiliano Pelletti, parecen fracciones antiguas de arte clásico, pero este artista italiano (amante de la filosofía), se apropia de estas formas creando su propia versión de la belleza y enseñando la imperfección de la materia prima.


MARÍA ANTÓN: ¿Qué es para ti la perfección?

MASSIMILIANO PELLETTI: Es un concepto muy particular. La filosofía estética dice que la perfección nace en el momento exacto de maduración de una fruta, por lo tanto, es un proceso absolutamente natural. La perfección traducida a mi trabajo radica en la investigación y en la reunión entre la iconografía, la materia y el desgaste del tiempo.

El proceso natural del tiempo y los agentes atmosféricos que actúan sobre la materia maduran mi trabajo y, por lo tanto, lo hacen perfecto. Ese balance de eventos genera en nosotros un componente emocional muy fuerte y profundo. 

MA: ¿Cuáles son tus mitos?

MP: Tengo muchos y casi todos pertenecen a la experiencia de mi infancia. Personas que trabajaban donde yo, que ya no están aquí pero que me han enseñado mucho, aunque solo haya sido mirándolos mientras trabajaban. Gente que me dijo: ¿sabes cuántas cosas no sabes solo porque nunca pensaste en ellas?

MA: ¿A qué edad descubriste que querías seguir los pasos de tu abuelo?

MP: Desde que era pequeño, comencé a jugar en el taller de mi abuelo, un muy buen escultor, que en los años 70 fue llamado a restaurar la Pietà de Miguel Ángel cuando un hombre la rompió con un martillo. En este lugar construí espadas de madera, comencé a manipular la arcilla, pero sobre todo viví esa atmósfera que me dio los valores para apreciar la belleza. Mucho tiempo después, después de estudiar Filosofía, me encontré recordando esos juegos, de una manera diferente, más madura y concreta, hasta que la gente comenzó a llamarme “artista”. En realidad, sigo jugando.

MA: “Contaminas” tus obras con elementos extraños, ¿así distorsionas la realidad?

MP: Sí, las altero con diferentes elementos, utilizando distintos tipos de piedras imperfectas, no compactas, con cavidades y escisiones. Me impongo sobre el material, pero también él dicta sus reglas. El resultado es un trabajo a cuatro manos entre mí y el compromiso que tengo hago con la roca.

MA: Miguel Ángel…

MP: Miguel Ángel vivía en la misma zona que yo hace 500 años.Fue el primero en descubrir el mármol aquí. Todas las mañanas voy al centro histórico de Pietrasanta, la ciudad donde vivo y trabajo, y tomo un café en el “Bar de Michelangelo”. Ese nombre no es accidental, se llama así porque en ese lugar, Miguel Ángel firmó el acuerdo de llevar el mármol para esculpir su Pietà, probablemente, su obra más famosa. Sin duda, fue un gran maestro y escultor incansable y, aunque no tuve el placer de conocerlo, lo considero un amigo.

Foto: Nicola Gnesi

MA: Material favorito...

MP: No tengo uno preferido. Desde el momento en que escojo uno hasta el momento en que se forma la escultura pasa, aproximadamente, un año. Lo  estudio en profundidad para trabajarlo mejor. No quiero cometer errores y, por esta razón, tengo que poder expresarme lo mejor posible sin demasiadas pruebas y sin que el material sea precioso.

MA: ¿Con qué material nunca trabajarías?

MP: Me gusta el dicho “nunca digas nunca”, así que no quiero excluir ningún tipo de piedra o material natural. Evidentemente, para mi trabajo hay algunos elementos no adecuados, materiales sintéticos como las resinas.

MA: Frente a los nuevos materiales y a la tecnología, ¿la artesanía gana la partida?

MP: Están consolidados y no podemos pretender que no existen, pero la mano del hombre y la experiencia son esenciales para dar alma al trabajo. Cada piedra tiene su propio carácter, sus venas, su alma y solo el conocimiento y la capacidad humana tienen la posibilidad de tratarla para crear algo único; las máquinas no pueden replicar esto, no conocen la poesía.

MA: ¿Qué factores hay para que ames una obra o, por el contrario, no te provoque nada?

MP: Una obra de arte debe tener fuertes componentes emocionales o agradables para ejercer una fascinación en mí. Una obra de arte debe hacerme sonreír con esa pequeña mueca en la boca que haces cuando ves algo que comunica y transmite emociones. Me encanta un trabajo cuando siento un poco de envidia por no haberlo hecho yo.

A través de mis obras quiero transmitir mi mundo, mis pasiones y los sentimientos que dominan la sociedad actual, haciendo una llamada a la nostalgia

MA: ¿Qué crees que es lo mejor y lo peor dentro del mundo del arte?

MP: Hay demasiadas cosas hermosas. Aprecio a los artistas que se acercan al arte considerándolo como un gesto cívico: incluso, mantenerse en armonía con nuestro mundo es un gesto de arte. No me gusta, sin embargo, cuando el arte usa animales o, en general, criaturas vivas para realizar “obras de arte”, “performances”, etc.

MA: ¿Puede un Dios imperfecto crear a un hombre perfecto?, preguntabas hace tiempo, ¿qué respondes ahora?

MP: Esa pregunta nace como una pregunta y hoy en día sigue siendo la misma, nunca pude dar una respuesta. Hace algunos años hice una diosa de mármol con un aparato dental, solo para sugerir a la gente cómo funciona esta pregunta: ¿puede un Dios imperfecto crear un hombre perfecto? Hoy creo que, tal vez, esta divinidad no puede crear nada, pero si lo hace, solo puede crear seres imperfectos, como lo somos nosotros.

MA: ¿Qué obra de arte te encantaría tener?

MP: Me gusta mucho el arte antiguo, la arqueología, la geología. Pero si hay una obra que amo mucho es la escultura de mármol Fiducia in Dio, de Lorenzo Bartolioni, realizada en 1833. Esa obra es extremadamente poética y expresiva, me recuerda que tenemos que creer en algo, sea perfecto o no.

MA: Si pudieras regresar a cualquier época, ¿cuál sería?

MP: Me he hecho esa pregunta cientos de veces. Soy nostálgico y amo la historia, así que creo que me gustaría vivir donde vivo pero a principios de 1900. Era una vida simple. Mucha gente trabajaba el mármol. Después de la jornada, normalmente se ponían sus mejores galas y se reunían en la plaza central de la ciudad para tomar una copa de vino y hablar sobre el trabajo, sobre el clima, sobre sus vidas. Una vida más simple pero rica, como la que vivieron mis abuelos. Me gustaría probarla.

MA: Si no fueras artista, ¿qué serías?

MP: No sé si podría hacer otro trabajo igual de bien, porque no solo es mi trabajo, es mi pasión, es mi historia. Lo hago porque lo siento con mi corazón. Sin embargo, si quisiera elegir algo más, me gustaría algo relacionado con la geología o la arqueología, algo que me mantuviera trabajando con mis manos dentro de la tierra.

 

*ESTE ARTÍCULO FORMA PARTE DEL VOLUMEN 01 DE LA REVISTA CONTAINER