Historia del mueble y la decoración en un recorrido flash

Historia del mueble y la decoración en un recorrido flash


Bueno, siendo realistas, más que historia del mueble en general, haremos un recorrido enfocado en el Continente Europeo, conociendo los highlights de cada corriente, desde la Edad Media hasta la época Contemporánea.


Como constante podemos asegurar que el diseño de los muebles es resultado directo del espacio al que puede acceder el hombre en cada época y de cómo lo aprovecha para apoyar el estilo de vida del momento.

Empezamos con la Edad Media que comprende entre el siglo V y el XV, obras de arte de tipo religioso y que pasó por tres corrientes de diseño:

  • El mobiliario Bizantino en el que se utilizan materiales con relieve en marfil o metal, siendo su pieza más representativa el Trono de Maximiano. Utilizaban también los mosaicos para crear imágenes o escenas en su mayoría religiosas.
  • El mobiliario Románico en el que se trabajaba con materiales como el bronce, bronce dorado, plata y la técnica de marquetería en madera. Aquí la estructura de los muebles era tosca, dura y desmontable (viajaban mucho con los muebles). Sus camas eran altas y con escalera de soporte; utilizaban mucho el bargueño y taquillón.
  • Y terminó esta época con el tan famoso mobiliario Gótico, con sus textiles artesanos (buena opción para proteger las casas del frío), policromía, oro, muebles macizos y verticales tallados con simbolismos religiosos, hojas, bichos. Aquí estaban de moda los banco arcones y dressoires.

 Mosaicos bizantinos de la basílica de San Vitalis en Ravenna, Italia (Foto: Shutterstock)

Seguimos con el Renacimiento (siglos XV y XVI) y su nueva concepción del hombre y el mundo. El hombre cobra importancia y se ve reflejado en las obras de arte que ahora eran de retratos de personas. En esta época se utilizaban las tapicerías bordadas, muebles pintados, madera de nogal, ébano con incrustaciones, hierro y bronce, las patas de los muebles eran finas y en forma de S o C, los respaldos de las sillas altos. Los muebles representativos de la época son el cassone, mejor conocido como cofre, bargueño con asas y armarios con cornisas sobresalientes.

Para decorar utilizaban antigüedades de todo tipo, obras de la naturaleza como conchas, animales disecados o plantas exóticas y el jardín servía de galería perfecta para esculturas. El personaje a destacar fue el francés Hugues Sambin, ebanista que publicó sus diseños iniciando así con los tan útiles catálogos.

Paisaje del jardín renacentista de Giusti en la ciudad de Verona, Italia (Foto: Shutterstock)

Damos un salto al recargado Barroco (siglos XVII y XVIII), donde se abandona la serenidad del Renacimiento con sus terciopelos, sedas, rasos, ébano, caoba oro molido y bronce. Decoraban de manera recargada con espejos, relojes de caja con marquetería, alfombras, tapices, cojines, faroles, esculturas y cuadros que se alejaban de los temas “paganos”, una vez más estaban influenciados por la iglesia. Esta decoración era una manera de reaccionar ante la época de violencia y guerra en que vivían, tratando así de exaltar la vida a través del color. Los muebles tenían formas elaboradas y caprichosas, algunos con patas en forma de animales. Los personajes a destacar de esta época el francés Gilles-Marie Oppenordt creador de la corriente Rococó y las patas Cabriolé y el ebanista inglés Thomas Chippendale.

Vista del interior del Palazzo Reale en Caserta. Fue el palacio más grande erigido en Europa durante el siglo XVIII (Foto: Shutterstock)

Y pasamos ahora al siglo XIX, el momento del Neoclásico, que como era de esperar, los  muebles volvieron a los modelos renacentistas, en una versión más delicada y lisa, con formas simples y geométricas como círculos, rectángulos y óvalos. Utilizaban la caoba, el ébano y palo de rosa, cerezo, arce, nogal con toques en dorado y bronce, así como el mármol para las superficies. Los muebles de moda eran las mesitas con alas plegables, las mesas de tres patas, trinchante, escritorios, butacón, vitrinas, mesas circulares y ovaladas, sillas con patas delanteras rectas y traseras curveadas, sillones estilo góndolas. El personaje a destacar, el inglés Thomas Sheraton que creó “The cabinet dictionary”.

Vista abstracta de las columnas estriadas neoclásicas, bases y escalones del edificio de la Corte Suprema de los EE. UU., En Washington DC (Foto: Shutterstock)

Con tantas buenas opciones históricas, la época resultante a mediados del siglo XIX fue el Eclecticismo (Neorenacimiento, Neoclasisicsmo, Neorococó) donde se utilizaban aplicaciones en bronce y marquetería y, como giro (bueno o malo, depende el enfoque que se le quiera dar), surgió la técnica de utilizar materiales pobres y darles buena apariencia, ya fuera con chapados para cubrir maderas baratas o tapizando y capitoneando. Decoraban con lámparas grandes, columnas robustas, tapizado en paredes, y le dieron gran importancia a las cortinas.

El palacio de los Dashkov fue construido en el estilo del eclecticismo, una mezcla de clasicismo barroco (Foto: Shutterstock)

A finales del siglo XIX surge, como reacción ante la “crisis” que estaba sufriendo el diseño del mueble, el movimiento Arts & Crafts, reincorporando la artesanía en la elaboración de cada artículo, una vuelta al trabajo con madera como el ébano, peral, limonero y se dio pie a la corriente Art Nouveau con sus composiciones asimétricas, orgánicas, curvas latigazo, flores gigantes, animales exóticos, ninfas y sirenas como decoración.

Librería Lello, Porto, Portugal (Foto: Shutterstock)

Nos adentramos ahora en el Modernismo a principios del siglo XX en el que utilizaron  maderas lacadas, piedras, tubos metálicos, cristal, acero y cuero, colores puros. Surgieron personajes como Antonio Gaudí y sus curvas en España, Louis Majorelle y André Groult con el moviento Art Decó en Francia, Piet Mondrian y sus colores primarios en Holanda, Le Corbusier en Francia con su chaise longue y su racionamlismo, en Alemania Walter Gropius y su Bauhaus donde la forma sigue a la función  y Ludwig Mies Van der Rohe con su “Menos es más” y su silla Barcelona, en Rusia  Wassily Kandinsky y sus formas abstractas, en Finlandia Alvar Aalto y su contrachapado  y en Dinamarca Poul Henningsen con sus lámparas alcachofa como objeto a resaltar, es sin duda una época muy propositiva.

Ventanas de techo en el último piso del edificio principal de la Universidad Bauhaus de Weimar (Foto: Shutterstock)

De ahí pasamos al Posmodernismo (mediados del siglo XX) con sus maderas nobles, plástico, poliéster, fibras acrílicas de fácil limpieza, formas geométricas puras, ausencia de decoración, diseños modulares y precios accesibles. A destacar, los escandinavos como Eero Aarnio con sus muebles confortables de líneas sencillas como la silla bola o la silla esfera, y los italianos como Gio Ponti y Marco Zanuso con sus diseños originales, cómodos y de gran funcionalidad.

El rascacielos Pirelli, diseño del famoso Gio Ponti (Foto: Shutterstock)

La siguiente época es la Contemporánea (finales del siglo XX) momento en que surge la conciencia de sustentabilidad y descubrieron la importancia de reciclar. Como reacción a las líneas “frías” de antes, buscaron texturas con calidez y diseños llamativos. Utilizaron materiales como policarbonato, maderas claras, poliéster, polipropileno; recuperaron el color, tomaron inspiración étnica y rechazaron el minimalismo, el aire y el espacio se tomaron en cuenta al momento de diseñar los interiores. Surgieron diseñadores como el francés Phillippe Starck y sus sillas de metacrilato, el inglés Jasper Morrison precursor de la “Nueva Simplicidad” y el futurista suizo Yves Behar.

La nueva simplicidad (Foto: Jasper Morrison)

Y así, de manera flash llegamos a la actualidad, en la que estamos usando maderas naturales, mármol, granito, metales dorados, bronce y cromado y cristales en color para hacer muebles, pero eso, es otra historia.