Hablemos de sillas

Hablemos de sillas


Un objeto básico en nuestras vidas, tan posicionado en nuestra mente que lo damos por sentado pero, como en la mayoría de los artefactos que utilizamos, detrás de él se encuentra la esencia de algunos de los diseñadores más importantes de la historia.


En 1859, Michael Thonet diseña La Silla no. 14, un clásico entre los clásicos y uno de los modelos más vendidos de la historia. En un principio fue creada para su uso en cafeterías y, actualmente, se puede encontrar este arquetipo o representaciones de él en las mismas, así como en otros múltiples espacios.

Gerrit Rietveld le regaló al mundo en 1917 la Silla Rojo y Azul, un modelo del movimiento De Stijl. Aunque no es particularmente cómoda, es una de las obras más conocidas del arquitecto holandés,y va más allá del confort, es un objeto decorativo. Una oda a la estructura matemática, de forma simple con líneas rectas pintadas de negro, su base y respaldo lo conforman dos rectángulos, uno azul y otro rojo.

 

Inspirada en la “Bicicleta Alder”, Marcel Breuer creó el primer asiento de tubos de acero cromado de fácil producción, siendo su respaldo, brazos y asiento de cuero. Surge en 1925 bajo el nombre Breuer Club Chair (model B3), para después ser rebautizada como “Silla Wassily”, en honor al artista Wassily Kandinsky quien quedó encantado con la pieza.

 

La Silla Barcelona es, probablemente, una de los prototipos más famosos en la historia de la materia. Elaborada por Ludwig Mies van der Rohe y Lilly Reich en 1928, formó parte del mobiliario de su obra más reconocida, el Pabellón de Barcelona. El diseño original, previo a la aparición de acero inoxidable, consistía en un cojín de piel de cerdo, color marfil, y las patas atornilladas en forma de X.

La Silla Zig Zag es otra propuesta de Gerrit Rietveld. Concebida en 1934 es de madera de cerezo natural, no tiene patas y está armada por superficies planas con un soporte diagonal que las une. Siguiendo el movimiento Stijl, esta pieza representa una crítica a la recesión económica de la época, gracias a su simpleza y el uso de un solo material. 

El modelo 45 (1945) es uno de los primeros diseños en los que el danés Finn Juhl libera el asiento de la estructura. Su estilo se caracteriza por piezas orgánicas de líneas suaves y curvas, una drástica ruptura a las formas geométricas.

La Wishbone Chair (también conocida como CH24), de Hans Wegner, es un claro ejemplo del estilo danés. Fue diseñada para Carl Hansen & Søn en 1949. Se requieren más de 100 pasos para fabricar cada Wishbone, la mayoría de los cuales se realizan a mano. Para crear el asiento tejido a un artesano le toma aproximadamente una hora, usando más o menos 120 metros de cable de papel. El resultado es una pieza fuerte y duradera. Además, Wegner eligió combinar el respaldo y el reposabrazos en una sola pieza y  la parte superior fue doblada al vapor lo que  garantiza un soporte cómodo.

Sin irnos muy lejos, aquí en México en los años 50 surge la famosa Silla Acapulco, su origen es un misterio pero su popularidad se hizo internacional por su innovación y frescura. Un clásico mexicano que puede encajar en el amplio catálogo de asientos atemporales.

 

Eero Saarinen presentó para Knoll en 1955 la Silla Tulip. Formada por dos piezas independientes: la base de aluminio y el asiento de fibra de vidrio.

 

La Eames Lounge Chair and Ottoman fue introducida al mundo en 1956, y desde entonces pasó a la historia como un clásico. Sus creadores, Charles y Ray Eames, hicieron la propuesta de algo único para su época e inspirados en un guante de béisbol, le presentaron al mundo el balance perfecto entre diseño y comodidad.

 

Arne Jacobsen hizo en 1958, para el hotel Radisson SAS en Copenhague, Dinamarca, The Egg. Su forma de huevo es un sello característico del estilo del diseñador, que utilizaba metáforas casi literales para sus piezas.

Un modelo de Eero Aarnio fue la Ball Chair, nacida en 1963. Su forma de globo la llevó a la fama y su estilo define buena parte de los años 60.